Javier Íñiguez y Paula Paño
El partido socialista ganó las elecciones generales de 2008 en Cornellà de Llobregat con el 59% de los votos. Siete años más tarde, no superó el 26%. El área metropolitana de Barcelona es conocida como el Cinturón Rojo por su tendencia de votos socialista y obrera. Este panorama cambió en el año 2015, cuando la irrupción de Ciudadanos hizo desteñir el cinturón rojo, que pasó a ser naranja. Las próximas elecciones del 28 de abril presentan un panorama incierto para el área metropolitana de la ciudad condal. ¿Conseguirá el efecto Sánchez volver al cinturón a su color original?
El conocido como cinturón rojo se forja entre los años 1950 y 1975. Durante el tardofranquismo, la población de la zona se incrementa en un 380 por ciento gracias a la llegada de inmigrantes andaluces, extremeños y murcianos. Este éxodo rural estuvo motivado por la industrialización del Baix Llobregat, gracias al bajo coste del suelo y su proximidad a Barcelona. La migración en masa cambió el área metropolitana y la zona pasó a ser una reserva industrial con gran potencial económico. Estos cambios provocaron la aparición de un movimiento obrero y sindical muy fuerte en el cinturón de Barcelona durante la década del 1960.
El voto del área metropolitana ha mutado en los últimos años. En 2003 el PSC tocó techo, precisamente con el ex-President Maragall a la cabeza. En su momento fueron la fuerza más votada. En la zona del Llobregat consiguieron más del 40% de votos. Sin embargo, en las siguientes elecciones -2006 y 2010- el partido naufragó. La baja participación agudizó la pérdida de votos en más de ocho puntos, y aumentó el voto para CiU con Artur Mas como líder.
Los próximos años no significaron una mejora para el partido socialista. En 2012 subió la participación en el área metropolitana. Pese a esto, el PSC no remontó. La irrupción en el escenario político de Ciudadanos y la subida de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), repartieron el voto y auguraron un tiempo de cambio en la periferia barcelonesa.
El peor momento para el PSC llegó en las elecciones catalanas de 2015, cuando los barrios obreros del cinturón rojo votaron en masa a la opción de Ciudadanos, que fue primera fuerza en la zona del Baix Llobregat, Sant Adrià y varios municipios del Vallès. Incluso las zonas del sur de Badalona, que habían ampliado el caladero de votos del PSC en 2003, pasaron a ser controlados por el PP. La repetición de las elecciones catalanas de 2017 -tras la aplicación del artículo 155 sobre la autonomía- confirmó la tendencia de cambio de voto.

“Nos engañamos si decimos que el militante de Cornellà es igual que el de Lleida o el de Girona”, explica Ot García, secretario de organización de las juventudes del PSC en Catalunya. “Los nuestros defienden más la identidad obrera o de izquierdas, mientras que los de Girona se mueven por un tema más catalanista, como hacía Pasqual Maragall”, agrega.
Las victoria de Ciudadanos durante las elecciones catalanas se explica mediante la teoría del clivaje, que se resume en la idea de que los partidos canalizan determinados conflictos sociales que perduran en el tiempo y polarizan a la población. Según esta corriente sociológica, los votantes unionistas movilizan su voto en Ciudadanos, el partido que capitaliza mejor la lucha contra el nacionalismo. Ot García lo achaca a un toque de atención. “Ahora parece que los votantes regresan al PSC. Las encuestas nos dicen que vamos a ganar las elecciones, y la presencia en las casetas del partido son muy significativas”, aduce. “La gente viene, se interesa, se hace militante. Pasar de cuatro militantes nuevos en Cornellà a diez es un paso significativo”.
Las urnas decidirán el futuro color del cinturón de Barcelona. Los socialistas alertan del riesgo de que una parte del voto obrero se desvíe hacia la ultraderecha, como ha ocurrido en otras áreas metropolitanas europeas. Ot García señala que para que no suceda, los socialistas deben ir un paso más allá: “Tenemos que ser hábiles para crear una política de convivencia”. El día 29 el PSC deberá analizar si ha conseguido recuperar a sus votantes tradicionales y puede respirar tranquilo o si a pesar de la amenaza de la extrema derecha sus votantes lo abandonan una vez más.
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