El PSOE ha logrado la victoria que esperaba, pero aún tiene que encontrar aliados que le permitan formar gobierno. Tiene el apoyo de Unidas Podemos pero no será suficiente sin la contribución de otras fuerzas. En Catalunya se ha recuperado de los últimos descalabros electorales y sólo tres escaños lo separan del claro ganador, ERC.
Oriol Masferrer
La sonrisa de la ex Ministra Meritxell Batet irradiaba esa confianza que convence de que ya está todo ganado. Y no las elecciones, sino todo lo que estuviera por llegarle en la vida. Saludó con amabilidad a los periodistas y se perdió detrás de una puerta blanca y difusa como su gran sonrisa de quizás futura ministra. Porque la jornada electoral le había dado la victoria al PSC y al PSOE. Pero ya lo había dicho esa misma mañana al depositar su voto en las urnas «no basta con ganar, necesitamos gobernar».
Pues el día 28 de abril de 2019 será recordado como un buen día por los socialistas. Querían ganar. Ganaron. 123 diputados. Y sus primeras palabras son «gracias a todos. Hemos ganado los socialistas». Pero gobernar ya es otra cosa. Les harían falta 53 votos más para la mayoría absoluta y eso ya supondría pactar. Que pertenece a ese tipo de cosas que requieren de teléfono, paciencia y ponerse de acuerdo con otros partidos, con otros candidatos, con otras propuestas que claramente no son las suyas. «Quiero recordar que somos la segunda fuerza en Catalunya después de ERC«, exclamará más tarde Meritxell Batet con entusiasmo. Y de ahí surge esa pregunta de ¿la ministra sonreía aún pensando cuántas promesas electorales no podría cumplir?

Se habló de diálogo, estabilidad y de sentarse a hablar con Catalunya. Y todo dentro de los márgenes de la Constitución. Para la solución que prometían Sánchez y Batet y su partido con la que iban a poner fin a estos tiempos difíciles para la democracia española. Ahora se recuerdan esas preguntas incómodas que ni Sánchez ni Batet querían responder en los debates: ¿Pactarán con Ciudadanos? ¿Pactarán con el independentismo catalán? La ministra sale de otra puerta y luminosa como un día de playa. Y no parece incómoda. Y la muy posible futura ministra recuerda que «hemos obtenido un claro apoyo para poder avanzar en progreso social, regeneración y convivencia».
Porque ya ha terminado el recuento. Porque las izquierdas suman más que de sobras como para que las derechas no las manden a la oposición. Porque no tendrá que dar esa respuesta que tanto esquivó en los debates. «Ahora con más fuerza seguiremos luchando para resolver los problemas reales de las personas de este país», anuncia con satisfacción Batet. Pero no dice de la mano de quién. O quizá sí tenga que responder a esas preguntas. Porque puede que quiera ahorrarse que la vean de la mano con los independentistas catalanes. Pero puede que no tenga otro remedio que hacerlo. Y si no le da ningún pudor ese pacto, ese «no es no» a la independencia de Catalunya ¿seguirá siendo no? ¿Habrá indultos?
¿Y si no se ponen de acuerdo las izquierdas –PSOE y Unidas Podemos- con los independentistas? ¿Y si para evitar oscuros pactos de los tres de Colón tienden la mano a Ciudadanos? ¿Y dónde quedará el diálogo, la estabilidad y el sentarse a hablar en Catalunya? La sonrisa de la ministra sigue aumentando como si quisiera tapar toda esa zona de su cara que tendría que mirar de frente a todas esas preguntas.
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