Domingo Sánchez
La formación de ultraderecha Vox ha conseguido 24 diputados (10,3%) , uno de ellos en la provincia de Barcelona (3,62%), en las elecciones generales, números que se pueden considerar un éxito rotundo pues partía como fuerza extraparlamentaria.
Sin embargo, esta vez las caras de alegría de sus líderes nacionales no eran tan plenas como lo fueron en la noche electoral de las andaluzas de diciembre de 2018. Entonces, se esperaba una entrada testimonial en la cámara autonómica y acabaron siendo la fuerza decisiva para aupar al poder al gobierno conservador de PP y Cs y destronar al gobierno socialista después de tres décadas en el poder.
Los analistas esperaban que Vox exhibiera todavía mayor pegada a nivel nacional. Ya no iba de tapado. Su crecimiento exponencial en las redes sociales, sus mítines repletos y el ambiente festivo que se respiraba a lo largo de su campaña auguraba una entrada fulgurante en las Cortes españolas a la manera en que lo hizo Podemos en su debut.
La mayoría de sondeos les otorgaban cerca de 40 escaños e incluso algunos les atribuían un elevado voto oculto y beneficiarles, llevando a la formación verde en torno al 15% de los votos, lo que la podría colocar como tercera fuerza en la Carrera de San Jerónimo.
El sorpasso a los partidos de nueva política, C’s y a UP no ocurrió y los de Abascal se fueron diluyendo a lo largo de la noche como el PP, formación de la que buena parte de sus líderes provienen y a la que aspiraban a sustituir en la hegemonía del conservadurismo español. Las encuestas no descartaban la posibilidad de que sus votos fueran decisivos para decantar el poder a la derecha en las elecciones más reñidas de los últimos años. Si bien la aspiración de ser decisivos se esfuma, a buen seguro sus diputados harán oír su voz contra el multiculturalismo y lo políticamente correcto, unos mensajes que apenas se habían escuchado desde el advenimiento de la democracia en nuestro país.
En Cataluña, los datos del Centro de Estudios Sociológicos a mitad de la campaña les predecían tres diputados por Barcelona. También en esta Comunidad Autónoma, contra cuyo proceso independentista han hecho bandera, se han deshinchado a lo largo de la última semana. Finalmente en Madrid sólo se sentará Ignacio Garriga, el cabeza de lista por Barcelona y único representante electo en las circunscripciones catalanas.
Y para más inri, los grandes ganadores de la noche serán sus ogros particulares de la izquierda, ERC en Cataluña y el PSOE en toda España.
El PSOE ha alcanzado cerca del 30% del electorado español y ERC casi el 25% del catalán. Pedro Sánchez y Oriol Junqueras hicieron del miedo a Vox un acicate para que sus votantes se movilizaran en una de las elecciones con más participación que se recuerdan (75,8%).
Por la mañana, Santiago Abascal había votado en un ambiente festivo en el cual había mostrando un mensaje mesurado. El líder vasco pedía que se respetaran los resultados de las urnas, en un momento en el que tenían indicios de que podían ser la fuerza clave de la política española en la próxima legislatura.
Por la noche, tras conocerse los primeros resultados oficiales algo decepcionantes, Rocío Monasterio, mujer fuerte de Vox en Madrid compareció en el hotel Fénix en Madrid, lugar elegido por su partido para pasar la noche electoral. Tras agradecer la labor de los voluntarios acólitos, aseguró que su partido hará valer los valores de «igualdad y libertad de todos los españoles». Hizo una intervención breve sin espacio para las preguntas como es habitual en una formación que mantiene una relación tensa con buena parte de la prensa.
Las expectativas eran demasiado altas y no las ha cumplido totalmente. Sin embargo, uno de cada diez españoles han confiando en ellos para solucionar lo que Abascal definía como «emergencia nacional». El balón de Vox se ha deshinchado a última hora pero ya rueda en el campo de la política nacional. Y dará juego.
Elecciones 28-A | La hora decisiva 
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